Vota por aclamación en las manifestaciones democráticas populares, sin contabilización de votos ni intermediarios: vive por fin la democracia directa de verdad.
Con 1 mes de antelación, se convocan manifestaciones multitudinarias en el lugar elegido de cada comarca, con el objetivo de votar por aclamación. Tras 1 mes reflexionando y argumentando en las calles, llega el día: en cada plaza elegida, desde una tribuna y por megafonía, se nombran las leyes y resoluciones a votar; tras cada lectura se ruega a la multitud que aclame por turnos (muchos decenas de miles en cada lugar, el mismo día a la misma hora): primero aclamaban los que aprueban la ley o la resolución, y luego quienes las rechazan.
El propósito de esas votaciones es saber de inmediato la decisión de la gran mayoría, por votación pública en directo, sin trampa ni manipulación, de forma que las resoluciones sean aceptadas sin paliativos y no ocasionen ninguna polémica. Así deben ser valorados todos los decretos emitidos después de la modernidad, y deben estipularse las pertinentes condenas: con este eficaz método las sentencias son rotundas y clamorosas, y en las que no haya muy distinto clamor déjense sin resolver.
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